Valencia. Las Fallas. Y dos hermanas vestidas de falleras para que la tradición se perpetúe en esas tierras. La virgen y sus claveles, dedicados con paciencia por la procesión de hombres y mujeres fieles a su público. La mascletá, trueno urbano al cual acuden todos para sentir las fallas por dentro, en las tripas, empezando por los huesos, atravesando las camas de carne y reventando por los poros. Las fallas y sus muñecos grotescos que acaban en llamas, la obsesión de cada valenciano en vivir lo que no morirá nunca allá: la fiesta y sus excesos, la fe en sus protectora sagrada, madre de todos estos pecadores que imploran su perdón por trenzarle un velo con olor a paella de alcachofa.
> a la familia Argente, gracias por la acogida! Fallas 2008, quién se apunta?
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